viernes, 17 de septiembre de 2004

DEL POST-JUANCARLISMO

DEL POST-JUANCARLISMO 

17/09/04 

Hola a todos. Hoy estamos de liquidación, bonito y barato, damos dos por el precio de uno. El primer artículo resume las incidencias del aniversario de la princesa, y el segundo, se plantea una reflexión sobre las siniestras peripecias a prever en este futuro cercano, casi inmediato ya, que se nos echa encima, el post-juancarlismo. Como sabemos que un gran número de nuestros lectores, la mayoría quizás, están más interesados en el morbo de lo anecdótico que en la visión global de las consecuencias de la catástrofe, pues lo advertimos con tiempo para ahorrarles el trabajo de leer la parte “aburrida”.


ADELANTE, PIDE UN DESEO-(GO AHEAD, MAKE A WISH). 
Sí, Letizia apagó todas las velitas. De un solo bufido. Es verdad que no le pusieron las treinta y dos, sino un velón gordo que sustituía a las demás, como si se las hubiera tragado todas y la cera le llenara de gases la barriguita. Bueno, hablamos de la tarta inaugural, porque no ha habido una sola fiesta de aniversario, sino dos, una para la familia, y otra para los “amigos”. En la primera, celebrada antesdeayer, asistieron casi todos los Borbones y todos los Ortiz Rocasolano, menos Thelma (es cierto que está en el extranjero, mucho más ambiguo lo de que esté “trabajando”, pero totalmente indiscutible el hecho de que ella y su hermana mayor no se llevan, que la princesa no se preocupa mucho de su suerte, aunque la propia inercia cortesana de los acontecimientos permite a Thelma sacar sustanciosa tajada y aprovecharla; el motivo de su desavenencia parece ser, como ya una vez comentamos, un lío de pantalones ocurrido tiempo ha, durante la adolescencia de ambas), Erika (aparentemente no pudo, porque no nos consta que exista ningún contencioso entre la princesa y ella), y, por supuesto, Papá Jesús (y hasta ahí, no nos parece nada raro, ¿qué rayos pinta la nueva esposa de tu padre divorciado celebrando tu cumpleaños con tu madre?; en eso tenemos que admitir que haríamos lo mismo que Letizia). Por lo demás, y aunque pudieran existir y existan ciertos roces entre los invitados, durante la “fiesta”; supieron comportarse y estar a la altura de las circunstancias. Por supuesto, nada de fantasías psicodélicas por parte de la princesa, no era la ocasión. Intercambio de regalos (sí, sí, decimos intercambio porque a pesar de que la homenajeada era la princesa, alguna de las invitadas salió de allí esa noche bien pertrechada de bellos obsequios, aunque para otras no llegara el presupuesto). Cena sencillita, lenguado en su salsa y solomillo, chardonnays y armañacs, puritos cubanos y sobremesa familiar; no recordamos ninguna selección de Wagner, de hecho el único ruido percibible era el tintineo de los cubiertos de plata, algunos tintineaban más que otros (y no necesariamente los de los menos leídos, hay quien últimamente tiene un pulso fatal). Si hubo alguna salida de tono durante la charla, a las alturas que estamos y con lo que llevamos visto, no merece la pena ni comentarla. El desprecio de la Institución, y particularmente de los príncipes, hacia la prensa y sus súbditos, no dignándose siquiera a hacerles llegar el más mínimo comentario o reseña sobre la “ìntima” ceremonia que entre todos les pagamos, queda encuadrado también dentro de la dinámica más habitual. 

Y ya tiene mérito que la cosa fuera tan tranquila, ya, porque aunque Letizia volvió algo más refrescada de Cerdeña, se cogió un mosqueo de impresión cuando los Reyes le notificaron que su celebración “secreta”, en una conocida sala de fiestas madrileña debía anularse, o cuando menos, hacerse más selectiva; más de la mitad de los “elementos” que en principio estaban invitados fueron avisados de que el ágape había sido “suspendido” sin más explicaciones (y ellos, por supuesto, no las pidieron, demasiado bien intuían el motivo de la “suspensiòn” de sus asistencias a dicho evento). Incluso Felipe estuvo de acuerdo con la medida, y la verdad sea dicha, la princesa, después de la batahola que se sufrió en Palacio como consecuencia de su último “viaje”, tampoco se atrevió a porfiar. Así que el tema se resolvió con la salida de los príncipes con algunos allegados “blancos” (en el buen sentido de la palabra). De las dos familias centrales, la mayoría de los miembros más “jòvenes”se excusó para quitarse de en medio y no asistir, y los que lo hicieron fue más para vigilar a la princesa que con otra intención, o sea, para hacer de “carabinas”, aunque hay que decir que esta se comportó impecablemente, no tomó nada raro ni bebió, solo fumó compulsivamente, como de costumbre, y se retiró temprano (en cuanto pudo, pues probablemente ya tenía en mente el planning del día siguiente, su wish already made). 

Y ahora empieza lo bueno. Los Príncipes salen de sus aposentos a eso de las doce y media AM, agarran un coche de reserva del Parque Móvil y se largan. Así, como suena, se largan, sin decir como ni a donde, sin llevar escoltas, sin nada de nada. Al Rey casi le da un síncope, la Reina se pasa la mañana llorando, pensando cualquier cosa (Felipe ha amenazado con abdicar varias veces últimamente, si se empeñan en no dejarles vivir “su vida”). Se intenta mantener la noticia en secreto, pero nos consta que se producen filtraciones y que en Moncloa y en ciertas redacciones algun@s tienen que aflojarse al máximo el nudo de la corbata. A eso de las cuatro y media llama Felipe y le dice a su madre; “hola mamá, ¿qué tal?, estamos comiendo con unos amigos, celebrando el cumpleaños de leti”. Sofía traga quina y le pregunta que donde, “aquì en casa de X,en la sierra”. X, cuyo nombre no podemos por supuesto dar por multitud de razones, (una cosa es que no traguemos a la parejita y otra que podamos comprometer su seguridad o la de terceros), es uno de los más allegados amigotes del príncipe, del círculo más selecto, entre los que se encuentran sus primos y otros pocos “elegidos para la gloria”. La rat pack se reunió casi en pleno para celebrar el cumple de la “nueva”, en la “intimidad”, y a su inimitable manera. Por delante, 48 horas más, con despedida de solteros de Beltry y Laurita incluida (por cierto, un encanto de muchacha, y por lo visto de una belleza lánguida y exquisitamente insultante, en palabras de nuestros contertulios más varoniles, que opinan por unanimidad sería una reina fuera de serie). Del resto de sus actividades diurnas no podemos asegurar nada, si sabemos que la noche fue movidita, rompiendo la night en varios locales “pijos” de la zona norte de la Comunidad, y acabando en la zona de Castellana para tomarse “la penùltima”. A eso de las seis y media han aparecido los angelitos por Zarzuela, en estado de “marejada a fuerte marejada”, aunque han podido llegar solitos hasta la cama. Y hoy es la mencionada despedida de los primos, the show must go on, que no nos pase nada.

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